A cerca de
Durante doce años me oculté bajo la firma de un nombre artístico; Lola Menta, desde este 2023 he empezado a firmar mis obras digitales y de otro estilo con mi propio nombre. Reservo el nombre de Lola Menta para aquellas obras de ojos grandes que narran historias.
Todo empezó el verano de 2009 en el que decidí
ir
a hacer un trozo del Camino de Santiago, con la intención de poner orden en mi mente y en mi vida. Allí no tardé en encontrarme a mi misma y darme cuenta de que era una completa desconocida de la cual no estaba muy satisfecha. Mientras caminaba iba reconociendo y asumiendo mis errores y con dulce guiño de ojos los despedía agradeciendo la enseñanza. Aquella nueva yo era Lola, pero entonces aún no lo sabía. A mi regreso sentí la necesidad de expresar y lo hice sobre un lienzo con una viejas y casi secas pinturas al óleo. Pinté una oda al perdón dedicada a mi hermana, con ese cuadro le confesé que había sido yo quien tatuaba, afeitaba y escondía sus muñecas. Pero quedaba tanto por expresar que tuve que comprar más lienzos y más pinturas. La pintura se convirtió en una terapia que me fascinaba, qué devoraba las horas disponibles y llenaba de motivación aquellas que no le podía dedicar. A los pocos meses me ofrecieron mi primera exposición y fue en ese momento, en el que sentí que no era Esther la que había pintado aquellos cuadros, por lo que fue necesario que un buen amigo se inspirará para inventar un nuevo nombre: Lola Menta. Era perfecto ya que Lola no lamentaba nada pero en cambio Esther solía lamentarlo todo... Durante tres años enlacé una exposición con otra y me pasaba los fines de semana pintando, ya que en aquel entonces no me dedicaba en exclusiva a la pintura. Recuerdo aquel periodo con mucho cariño porqué pinté tanto que mi técnica autodidacta mejoró mucho. A partir de finales de 2012 el ritmo de las exposiciones y la cantidad de obras producidas se redujo drásticamente, pues por cuestiones profesionales no podía dedicar todo el tiempo que me requería. La inquietud de no poder dedicar más tiempo a la pintura estaba siempre presente y me iba calando cada vez más. En diciembre de 2019 el universo me facilitó dejar mi trabajo y dedicarme a pintar a tiempo completo. Desde entonces me he instalado en un estudio en Manresa (Barcelona) he vuelto a pintar a diario y estoy creando nuevos proyectos, lo que reafirma mi decisión. Mi obra refleja todo ese conjunto de pasado, presente y futuro, mis sentimientos, mis pensamientos, mis esperanzas, mis anhelos y mis sueños. Siempre con un estilo Lowbrow con toques naïf, dando una pincelada de ingenuidad y otra de picardía. Me gusta pensar que hay quienes son capaces de transportarse a ese mundo al mirar alguna de mis obras, y que esas sensaciones y esos sentimientos son los que motivan la adquisición del cuadro. Y que una vez la obra esta colgada en la pared de su nuevo hogar llevará más aventuras y sueños a aquellos que compartan su tiempo con ella. Convirtiéndose el espectador en su propia versión de Lola Menta, alguien quien por un momento es libre de soñar sin tener nada que lamentar.
No imagino mi vida sin pintar, ya sea con mis óleos o con el iPad.
Todo y que hace mucho tiempo que mi deseo era dedicarme a la pintura, y que inicié estudios de bellas artes, acabé aparcándolos por un futuro mas estable en el sector sanitario, al cual le dediqué 24 años de mi vida, diez de ellos compartidos con la pintura.
Considero mi técnica autodidacta y por eso, siempre que tengo ocasión, realizo cursos y seminarios, para mejorar o para aprender cosas nuevas.
Me siento profundamente atraída por el arte renacentista, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Botticelli. Algunos pintores flamencos como el Bosco o Jan Van Eyck me atrapan por sus colores y la cantidad de detalles de sus obras. En cuanto a artistas contemporáneos me fascinan Mark Ryden, Naoto Hattori, Kevin Peterson, Dino Valls y muchos otros.
Me gusta maravillarme viendo arte en cualquiera de sus formas y espero no dejar de hacerlo nunca.
Esther Bermúdez Casau.
1978 Sant Joan de Vilatorrada (Bracelona - España)